Untuosidad y Suavidad.
Es en esta zona tan fina y delicada donde primero se notan las arrugas y por ello hay que seleccionar muy bien los ingredientes. Necesitamos que esta delgada piel esté bien hidratada durante todo el día, que se sienta fresca, suave y elástica para evitar las ojeras y bolsas. Si además le aportamos un poco de luminosidad, mucho mejor. Todo un reto.
Para esta receta he utilizado hidrolatos de manzanilla alemana y de siempreviva, por su acción calmante, descongestiva y circulatoria. Los aceites vírgenes BIO elegidos son los de arroz, jojoba, caléndula, germen de trigo y granada; un perfecto combinado de hidratación, nutrición, vitaminas, antioxidantes y efecto calmante y suavizante. El extracto de rusco es muy indicado para bolsas y ojeras y el de pepino refresca y tonifica. Para aportar suavidad, firmeza y mayor elasticidad he elegido el colágeno vegetal, y tampoco puede faltar el ácido hialurónico, ya que hidrata en profundidad y rellena las arrugas produciendo un efecto “plumping”. Para redondear esta crema hemos escogido también dos potentes activos antioxidantes y antiarrugas como el resveratrol y la coenzima Q10.
El resultado, una crema nutriente de larga duración, fresca, circulatoria, protectora y alisadora de arrugas. ¿Qué más se puede pedir?